
La actual explosión de Jesé, que parece hacerse un hueco en el once titular del Real Madrid a golpe de goles, es una de las mejores noticias para una cantera que lleva desde mediados de los noventa sin dar una figura estable al primer equipo.
Algunos canteranos, principalmente defensas, como Pavón, Bravo, Torres o Arbeloa, han conseguido hacerse huecos temporalmente en el primer equipo, y otros como Callejón o Granero consiguieron convertirse en revulsivos útiles para momentos determinados. Pero nunca un titular fijo, y mucho menos una estrella con la que la grada se identifique.
Aún es pronto para juzgarlo, ya que solo un puñado de goles le avalan, pero es cierto que hace mucho que un canterano no llama a la puerta con tanta fuerza. La gente recordará obviamente a Raúl, jugador que de igual manera tiró la puerta en la temporada 94/95 haciéndose en media temporada con un hueco en el once. Pero hubo uno más tras Raúl; uno que llamó a la puerta, la tiró y posteriormente se desvaneció; uno que debe ser el ejemplo a evitar por Jesé Rodríguez.

Situémonos en la temporada 2001-2002, año de la novena, en el que el equipo blanco comenzó la temporada de manera muy convulsa en gran parte por la falta de gol de sus puntales. Esa temporada el equipo contaba con tan solo 3 delanteros en el primer equipo: Raúl González, Fernando Morientes y Edwin Congo, y de entre ellos solo el 7 estaba a tono: Morientes era una sombra de lo que había sido y el nivel de Congo era tan bajo que ni siquiera se molestaron en hacerle ficha federativa.
El equipo tuvo que tirar de Guti en el puesto de falso 9, al igual que el año anterior, pero en esta ocasión la presencia de Zinedine Zidane hacía más difícil su reconversión, ya que ambos jugadores acababan ocupando los mismos espacios y estorbándose. El equipo no tenía delantero y la sombra del centenario era cada vez más alargada.

Las miradas entonces se centraron en un joven punta del filial, un delantero escurridizo que acababa de batir la marca de 150 goles en las categorías inferiores que había conseguido Raúl años atrás. Su nombre era Javier Portillo y llevaba de la mano al Castilla a un destacado primer puesto en su grupo de Segunda B, al que parecía que por fin conseguiría ascender de categoría.
Del Bosque meditó la incorporación del canterano al primer equipo, haciéndole debutar en un partido de la Champions League contra el Panathinaikos, duelo en el que el joven brilló marcando un golazo desde más de 30 metros a los griegos, pero finalmente le dejó en el filial. La decisión era controvertida y hubo una gran presión por parte de la prensa para que el joven ascendiera, pero Morientes recuperó su mejor versión, y Del Bosque decidió que el canterano se mantuviera en el filial.
El Castilla acabó primero de su grupo esa temporada, pero no pudo ascender al caer en el playoff. Sin embargo Portillo subió al primer equipo, avalado por Del Bosque, en una situación algo precaria; ya que el año anterior la falta de delanteros había sido un problema, esta temporada se solucionaría manteniendo hasta 5 puntas en el equipo: Raúl Gonzales, Fernando Morientes, Javier Portillo y los recién llegados Ronaldo Nazario y Jorge López ¨Tote¨.

Durísima competencia para un joven que partía en las peores condiciones de los 5, ya que dos eran estrellas en el equipo, otro era el galáctico recién comprado y el último era un canterano que ya había demostrado cosas en sus cesiones en primera. Pero Portillo no se achantó.
Jugando apenas 7 partidos de titular en toda la temporada, y unos míseros 876 minutos, el joven de Aranjuez logró la nada desdeñable cifra de 14 tantos, superando a Morientes y Tote y convirtiéndose en el tercer delantero. Le apodaron “Portigol” y se convirtió en un talismán, ya que muchos de sus goles tuvieron vital importancia, como el logrado ante el Borussia que permitió al equipo clasificarse en el último minuto para los cuartos de final de la Champions League.
La marcha de Del Bosque, el retraso definitivo de Guti al mediocentro y la fuga de Morientes y Tote abría definitivamente las puertas a Portillo bajo el mando del recién llegado Queiroz. Era el tercer punta del equipo y seguramente tendría a su disposición un buen puñado de minutos para demostrar la clase de delantero que era.

Y tristemente quedó demostrado: jugo más o menos lo mismo que el año anterior (6 titularidades y 904 minutos) pero los resultados fueron desastrosos, apenas marcando 2 goles en toda la temporada y acabando siendo defenestrado por el entrenador portugués, que acabó prefiriendo a un extremo como Antonio Núñez en la delantera antes que él.
Ahí acabo Portillo. Un par de cesiones a la Fiorentina y al Brujas, un breve regreso bajo el mando de Luxemburgo en 2005, que se tradujo en 138 minutos y ningún gol. En el Castilla apareció un joven Roberto Soldado que tomó su testigo de ser el canterano de moda, y Portillo se marchó del equipo blanco para no volver.

Hoy día pocos recordaran a Portillo como un gran delantero, pero hubo un momento donde tiró del carro del equipo, logrando goles vitales con escasos minutos disponibles, y llamando con fuerza a la titularidad. Su historia se quedó ahí, y esa es la que Jesé debería intentar evitar...